Artículo: Los padres, la otra cara del “arrepentimiento digital”
- lsanchez257
- 26 sept
- 5 Min. de lectura
Fuente: Aceprensa
Los adultos de la generación Z tienen remordimientos por sus hábitos digitales. Así lo demostró una encuesta masiva conducida por el psicólogo social Jonathan Haidt en septiembre de 2024. Según sus hallazgos, casi la mitad de los jóvenes entre los 18 y los 27 años, esos que crecieron a la par que Snapchat e Instagram, deseaban que las redes sociales nunca hubieran existido. O, al menos, nunca haber tenido acceso a ellas. Este junio, Haidt y su equipo, acompañados por la casa de estadísticas The Harris Poll, han presentado la segunda parte de su estudio. Esta vez, con la lupa en quienes permitieron ese acceso: sus padres.
Hace 10 o 15 años, cuando apenas empezaban a entrar al mercado los smartphones el ambiente era optimista. Dice Haidt en un ensayo para el New York Times que entonces aún existía la opinión colectiva de que quienes fueran a crecer con una pantalla en la mano estarían mejor equipados para enfrentarse al mundo. Ahora, esa idea no está tan extendida. Aunque el debate sigue en pie, varios estudios –algunos conducidos por Haidt han señalado el vínculo entre la mala salud mental de los jóvenes y la exposición temprana, desenfrenada, al mundo online. Sin embargo, los adolescentes ahora pasan más tiempo que nunca en las redes (hasta 5 horas, según lo reportado por Gallup), y muchos padres siguen dando el mismo nivel de acceso que antes a estas tecnologías, aunque tal vez no con el mismo entusiasmo.
Ante esta panorámica fue que Haidt decidió, junto con su equipo y la consultora The Harris Poll, investigar cómo las familias están viviendo esta tensión. La que hay entre la aparente conciencia de que los móviles y las redes sociales están afectando negativamente la salud mental de los menores, y el aumento en su uso. El estudio contó con la participación de 1.013 padres estadounidenses que han criado a sus hijos en la era de las redes.

La resignación como norma
El 67% de los encuestados (todos con al menos un hijo menor de edad) señalaron que este era dueño de un móvil. De estos, el 81% reconoció habérselo facilitado antes de que cumpliera 12 años. El 15%, una cifra pequeña pero igualmente alarmante, antes de los 5 años. Los investigadores establecen un vínculo entre la posesión precoz de un smartphone y la llegada temprana a las redes, previa al cumpleaños número 13 (la edad mínima para entrar a estas plataformas). Lo cual explica por qué el 51% de los adolescentes que ahora son usuarios de Instagram y de Snapchat lo son desde antes de cumplir los 12 años. Un porcentaje que sube hasta el 57% respecto a TikTok.
Solo un 1% de los entrevistados dijo pensar que había tardado mucho en dar un móvil a sus niños. Mientras, el 22% declaró tener la sensación de haberse precipitado en la decisión
Tal vez el mayor mérito del estudio presentado el pasado septiembre fue hacer tangible a esa sensación de los jóvenes de estar atrapados: atrapados entre el deseo de dejar a un lado el móvil y la simultánea imposibilidad de vivir sin él. Ese mismo sentido de resignación se refleja en las respuestas de los padres, esta vez, respecto al haberle dado acceso a estas tecnologías a sus hijos demasiado pronto.
Solo un 1% de los entrevistados dijo pensar que había tardado mucho en dar un móvil a sus niños. Mientras, el 22% declaró tener la sensación de haberse precipitado en la decisión. De hecho, un 39% de los padres cuyos hijos ya eran propietarios de un smartphone reconoció que hubiera preferido no facilitarles esta tecnología, pero que sentían no tener otra opción, ya que tantos de los amigos de sus niños poseían uno de estos dispositivos. Esta misma sensación la reportó el 57% de los encuestados respecto a las redes sociales.
Al mismo nivel que el alcohol y las armas de fuego
Cuando se les preguntó a los jóvenes en 2024 si deseaban que las plataformas digitales con las que crecieron nunca se hubieran creado, muchos dijeron que sí. El 50% opinó esto de Twitter (ahora X); el 47%, de TikTok, y el 43%, de Snapchat. La perspectiva de los padres es mucho más radical. Más de ellos desean que TikTok no se hubiera inventado (63%) que los que sienten lo mismo respecto a las armas de fuego (62%). El porcentaje de quienes quisieran que el alcohol no existiera en la infancia de sus hijos es solo un punto mayor que el de quienes señalan esto respecto a Instagram, 57% y 56%, respectivamente. Es decir, en general, los padres perciben a las redes sociales en una luz bastante similar a la del alcohol y las pistolas.
A pesar de esta percepción, los niños de la generación Z y de la Alfa son los que menos tiempo pasan jugando afuera con sus amigos. Sea por el acceso, tan a la mano, a las pantallas; sea por la ansiedad de los padres a permitir que pasen tiempo sin supervisión lejos de su radar físico. En TikTok, este verano, se ha hecho viral una estética concreta que romantiza lo que llaman “el verano de los 90s”, sin pantallas. Se ha hecho viral, principalmente, entre los millennials, quienes vivieron esos últimos veranos antes de la hegemonía del internet, y que ahora son padres. En un reciente ensayo publicado por The Cut, Kathryn Jezer-Morton se pregunta si garantizar un verano así, “libre”, es posible ahora. Su respuesta es que no. No cuando compite con una pantalla y el aire acondicionado adentro.
Los padres piden ayuda
¿Por qué no pueden los jóvenes de la generación Z dejar de pasar tiempo en redes sociales si desean que estas no existieran?, ¿Por qué siguen los padres regalando un móvil, cuando lo perciben como un arma? La respuesta es simple: porque no tienen otra. O al menos así lo sienten.
Y quisieran cambiar ese estado de imposibilidad en el que creen estar. La mayoría declaró que apoyaría medidas sociales que redujeran la presión social que dicen que los impulsa a entregar un móvil en contra de su voluntad. El 70% dijo estar de acuerdo con una ley que obligue a las compañías de redes sociales a subir la edad mínima de acceso de los 13 a los 16 años. Con un porcentaje similar, el 64% de los padres señaló que respaldaría un mandato en los colegios para que los niños estén sin móvil durante la jornada escolar, incluso en los descansos. Así pues, el estudio de Haidt muestra un gran consenso entre los padres, sea cual sea su ideología. Que, a medida que el mundo online se va adueñando cada vez más de nuestro tiempo, y del de los niños, más se tiene que buscar resistencia social y legal al respecto.
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