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Al habla con Oriol Guerrero

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Oriol acaba de hacerse cargo de la dirección del programa Primeras Letras, el curso para padres con hijos entre 6 y 7 años. Es profesor de Primaria y orientador familiar. Está casado con Silvia y son padres de familia numerosa.


De tu experiencia como moderador, ¿qué preocupaciones has percibido de las familias acerca de la educación de sus hijos?

 

Lo primero que percibo como moderador es el brillo en los ojos de las familias que se toman en serio su formación como padres. Son familias conscientes de que ellos son los primeros y más importantes educadores, y que su papel es insustituible.

En cuanto a las preocupaciones, varían según cada caso, pero, en general, los padres desean conocer cómo deben educar a sus hijos acorde a su etapa madurativa y, a la vez, también se cuestionan su papel como educadores. A muchos padres les pesan los horarios laborales, el cansancio o el saber educar en positivo sin perder la autoridad, entre otros.

 

¿Qué elementos puntales definen el programa que diriges?

 

El programa “Primeras Letras” acompaña a los padres en una etapa clave del desarrollo de sus hijos, entre los 6 y 7 años. En este tiempo, los niños comienzan a ganar autonomía —piden ir solos a clase, cuestionan el porqué de las cosas—, y a desarrollar el uso de razón que les permite crecer en responsabilidad. 

En el programa abordamos los distintos temperamentos y la importancia de que los padres ejerzamos un liderazgo positivo y coherente en el hogar. ¡Qué valiosa es la autoridad cuando se vive desde la admiración y el ejemplo!

 

¿Por qué es importante para unos padres participar en un COF de Primeras Letras?

 

Participar en un COF de Primeras Letras es una experiencia muy enriquecedora. Por un lado, permite aprender herramientas y criterios prácticos que los padres pueden aplicar en su “primera empresa”: el hogar. Por otro, ofrece la oportunidad de dialogar entre padre y madre sobre temas fundamentales que, sin el marco del COF, muchas veces no se abordan.

Además, este programa permite conocer a fondo cómo son los niños y niñas de 6 y 7 años y cómo acompañarlos en su crecimiento con serenidad y éxito.

 

A la luz de los cambios técnicos y sociales que se producen en nuestra sociedad, ¿cómo ves el futuro de la Orientación Familiar?

 

Soy optimista, aunque también realista. Optimista porque, sesión tras sesión, veo las ganas sinceras de las familias de educar bien, de ser verdaderas escuelas de amor. Y realista porque percibo que cada vez hay una mayor necesidad de formación: vivimos en una sociedad que muchas veces no alcanza a comprender la profundidad de lo que significan la familia, el amor y la educación.

Por eso, la Orientación Familiar tiene hoy más sentido que nunca: es una luz que ayuda a las familias a redescubrir su misión y a vivirla con alegría y esperanza.

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